jueves, 31 de mayo de 2018

Cómo disfrutar del trabajo sin quemarse (para residentes y tutores MFyC)

¿Pueden las narraciones ayudarnos a sobrevivir al Burnout, 
a disfrutar aún más de nuestro trabajo? 

En este documento puedes encontrar referencias y enlaces a algunos recursos útiles para que no se te queme la pizza en el horno... y ¡¡que tampoco te quede cruda!!

Recuerda... un grano de arena dentro de una ostra dará lugar a una perla (si se tiene suficiente aceptación y paciencia) 

Y aquí una propuesta de portafolio narrativo desde la teoría a la práctica



Cuento popular taoísta del Caballo Perdido del Anciano Sabio


Había una vez un campesino sabio y su hijo que tenían un caballo. Un buen día el animal se les escapó y los vecinos del pueblo les fueron a consolar por su mala suerte, pero el campesino les dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es que se ha escapado un caballo. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.


Unos días después el caballo retornó con una yegua, y los vecinos del pueblo felicitaron al campesino y a su hijo por su buena suerte. Como la vez anterior el campesino les dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es que el caballo ha vuelto con una yegua. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.


Al cabo de un tiempo, el hijo del campesino, intentando domar a la yegua salvaje, se cayó y se rompió una pierna. El médico dictaminó que se quedaría cojo para toda la vida. Los vecinos fueron a casa del campesino y de su hijo para consolar a este último, consternado por su mala suerte. Una vez más el campesino dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es que mi hijo se ha roto una pierna. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.


Entonces comenzó una cruenta guerra en el país y un grupo de guerreros vinieron a reclutar de manera obligatoria a todos los jóvenes del pueblo. Cuando se disponían a alistar al hijo del campesino se fijaron en que este cojeaba de una pierna:
- ¿Qué te pasa en la pierna? - preguntó el jefe de los guerreros.
- Me caí de una yegua mientras intentaba domarla. Nunca más podré caminar derecho o correr- contestó el hijo del campesino.
- Así no nos sirves. Necesitamos hombres fuertes para combatir, harás mejor en quedarte con tu padre y tu mujer - dictaminó el jefe.

El campesino dijo:

- ¿Lo entiendes ahora, hijo mío? Los hechos no son ni buenos ni malos en sí mismos, lo que nos hace sufrir son las opiniones que tenemos de ellos. Hay que esperar a como afectan a nuestro devenir. Un día maldijiste tu pierna y ahora es ella la que te ha salvado de una muerte cierta.